Un día, mientras realizaba unas compras en el supermercado de la esquina, cercano a mi hogar, una mujer se me acercó.
Esta, presentándome a su madre, exclamó: «¡Mira mamá, es ella!». Me quedé pensativa y le pregunté a quién se refería. Fue entonces cuando me reconoció, no como la Doctora Pastilla, sino como la persona detrás de esa identidad. Me dijo: “Te conocí en el hospital, estuviste al lado de mi hijo, lo hiciste reír. Quería agradecerte, porque lo que hacéis es maravilloso, acompañáis a niños en momentos tan vulnerables.”
Su madre me abrazó con cariño, agradeciéndome por haber estado junto a su nieto. Siempre había pensado que, detrás de esa nariz roja y, en aquel entonces, de esa mascarilla, nadie sería capaz de reconocernos. Pero me equivoqué. Cuando se crea un vínculo genuino que toca el corazón, no hay máscara que lo oculte.
Le agradecí por haberme compartido su experiencia y por recordar ese especial momento en el hospital. A día de hoy, sigo sintiéndome inmensamente agradecida y feliz con mi trabajo. Un sincero «gracias totales» a todos quienes han cruzado mi camino.
Y quien os cuenta esto no es la Doctora Pastilla, sino yo, la mujer detrás del maquillaje.
Doctora Pastilla 🤡