Cada espectáculo en el hospital es diferente. A veces, tenemos momentos de mucho movimiento y de tener un súper subidón gracias a la música y la alegría.
Muchas veces, la gente nos ve y piensa que hay una fiesta o que está pasando algo en el hospital: «¿Por qué lleváis ese traje?, ¿por qué esas narices? ¡Cuánto color!, ¡cuánta música!»
Pero también, el hospital nos brinda otros momentos, momentos que son muy diferentes: momentos de tranquilidad, de calma, de estar sin que nos noten. Nos lleva a esos momentos de «por favor, ¿podéis tocar algo suave para mi madre?», nos lleva a esos pequeños momentos de «estoy aquí para que me cuentes lo que tú necesites».
Muchas veces estamos haciendo el espectáculo más grande del día, pero muchas otras veces nos toca esa parte sutil, esa parte en silencio. Esa parte se aprecia cuando se erizan los pelos de los brazos, ese acompañamiento que nos envuelve.
Gracias, gracias por ser parte de nuestro trabajo.
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