Casi siempre me toca ser la que participa, la que acompaña a ese niño al quirófano, la que canta canciones, la que juega con ellos, la que los lleva a un lugar diferente y los hace sentir acompañados y perder los miedos antes de entrar a esa operación. 

Pocas veces me ha tocado estar al otro lado. Esta vez quiero hablarles del trabajo que hace un payaso o payasa, pero no desde el lado del que lo hace, sino desde el lado del que lo recibe.

Hace unos meses operaron a mi hijo pequeño. Obviamente, como madre, estaba nerviosa. No sabía cómo iba a reaccionar mi hijo ante la anestesia general y eso claramente provocaba miedo e incertidumbre. 

Llegamos a las 7:00 de la mañana al Hospital Can Misses, nos asignaron la habitación 356 y esperamos a que viniera a vernos el anestesista y más tarde, administrar el medicamento antes de llevarlo al quirófano. Ese día tenía que trabajar, la Doctora Pastilla tenía que ir, pero tenía que atender otras cosas más importantes. Por eso fue Tirititona quien tuvo que recorrer la planta y acompañar a los niños que ese día iban al quirófano.

Fue ahí cuando Tirititona tocó la puerta y preguntó: «¿Puedo pasar?». Y esta vez es mi hijo quien dice: «Sí, pasa». 

Creo que nunca olvidaré este momento, porque son esos momentos en los que te das cuenta del trabajo que hace un payaso de hospital. Mi hijo estaba completamente absorto por Tirititona.

Ella lo acompañó hasta el quirófano, estuvo con él en todo momento y lo dejó en la puerta justo antes de que lo llevaran dentro. Se fue con calma, con una sonrisa y una tranquilidad que yo, como madre, nunca imaginé. 

He podido vivir en primera persona, como madre, el trabajo que se hace con los niños y la felicidad que puede provocar esta visita inesperada en una habitación. Gracias, Tirititona, y gracias a todos.

 

Doctora Pastilla 🤡

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