Qué gran suerte la mía, la de Sion Camilla, de pasear por el Hospital de Manacor y ¡encontrarme con el maravilloso Tomeu Penya!

No podía desaprovechar una ocasión así, así que, sin pensarlo dos veces, me acerqué a él con toda mi elegancia payasil, tomé aire y, con la voz más melódica que me permitió mi nariz roja, le canté una cancioncita romántica.

Él, entre sorprendido y divertido, rió y tembló, no sé si de emoción o porque mi entonación era demasiado… original. ¡Pero lo mejor de todo es que no se quedó de brazos cruzados! Tomeu, con su espíritu de gran artista, me hizo los coros, y no unos cualquiera, sino de primera división.

Por un instante, el hospital se convirtió en un escenario mágico donde la música y el humor se daban la mano. Pacientes, enfermeras y médicos nos miraban con sorpresa y sonrisas, algunos incluso se atrevieron a acompañarnos con aplausos.

Ese día entendí que la música une almas y que, incluso en los pasillos de un hospital, puede surgir una actuación improvisada llena de alegría. Y quién sabe… ¡quizás la próxima vez que nos encontremos nos atrevamos con un dueto más largo!

Sion Camilla

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