Siempre tuve un sueño profundo. Nada ni nadie podía despertarme…

Pero cuando fui mamá, ese don se vio substituido por un “súper-poder”, que es el de escuchar cualquier sonido que provenga de la habitación de mi pequeño bebé.

Aquel jueves a las 3:00 de la mañana escuché como su respiración era anormal y por momentos se iba cerrando. Mi bebé no podía respirar. A pesar de tener solo 22 meses, era consciente y me miraba con ojos de pánico pidiendo ayuda…

Fuimos corriendo al Hospital y en poco tiempo estábamos ahí. Y en cuanto se la pusieron, se aferró a la mascarilla con sus manitas gorditas ¡Empezaba a poder respirar! Pero seguía muy asustado.

Me miró, miró a la enfermera, miró hacia la puerta… y entonces ocurrió:
– Bebé: ¿Payasos?
– Mamá: Es muy tarde cariño, los payasos duermen.
– Bebé: ¡PAYASOS!

Y un video en el móvil de la última visita de sus amigos fue suficiente para que pudiera relajarse y dejar que la medicación acabará de hacer efecto…

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