No todos los días son iguales. A veces, entramos en una habitación y el niño o niña está tan enfermo que no tiene ganas de ver a nadie, ni siquiera a los payasos. En esos momentos, respetamos su deseo de no recibirnos y nos vamos a casa, pensando en cómo mejorar para la próxima vez.
Seguimos intentando y, aunque muchas veces recibimos un «no», persistimos. Un día, después de mucho esfuerzo y reflexión, damos en el clavo. Puede ser un pequeño detalle, como un pajarito, una burbuja, una entrada en un tren o una salida en una moto. Cada niño es diferente, y encontrar ese clic mágico es lo que buscamos.
Cuando finalmente logramos hacer que nos vean con otros ojos y brillen con nuestras tonterías y magia, nos damos cuenta de que todo el esfuerzo ha valido la pena. Se trata de encontrar la forma de hacerlos reír o sonreír en los momentos más difíciles, y ese es el verdadero placer.
Dra. Pastilla 🤡