Estimados amigos y amigas de Sonrisa Médica,

Sonrisa Médica dio sus primeros pasos a finales de 1994 guiada a distancia por la experiencia de Clown Care Unit en Nueva York y Le Rire Médecin en Paris. Sin ser consciente de ello, Sonrisa Médica estaba siendo pionera en España en la introducción de programas regulares de payasos en los hospitales infantiles, una osadía que requirió de la complicidad de muchas personas. Al igual que ahora, el proyecto se basaba en tres pilares fundamentales: el beneplácito y colaboración del personal sanitario del hospital (gracias Dra. Román, gracias Juan de Pedro), unos artistas valientes que abrieron camino a una nueva profesión renunciando al aplauso (gracias Marta, Camil y Enric) y el tercer pilar es el que sostenía económicamente esta aventura de narices (gracias Pedro Vidal, Fernando Marqués y Bernardí Seguí). Al contrario de los colegas neoyorquinos y parisinos, dónde la principal dificultad la encontraron en las rígidas normas de los hospitales, aquí, tal vez por la escasa cultura de esponsorización, garantizar el sostén económico se convirtió en el principal escollo para arrancar el proyecto Sonrisa Médica. Bien mirado, qué entidad o empresa iba a atreverse a financiar un proyecto tan estrafalario como la introducción del humor, la música y la alegría en las habitaciones de un hospital infantil, donde se respira de todo menos ganas de juerga.

Sería preciso encontrar a un loco de la sensibilidad y la solidaridad, a alguien entregado con amor y cabeza a las causas nobles, en definitiva, a lo que de verdad importa.

Para levantar un edificio, grande o pequeño, siempre es imprescindible una primera piedra, y la primera piedra económica de Sonrisa Médica la puso Bernardí Seguí, un dechado de bonhomía, inteligencia y sensibilidad… Ah! y con un finísimo sentido del humor.

Bernardí Seguí consiguió discretamente, sin aspavientos publicitarios, la primera y generosa aportación económica de Sa Nostra, la que permitió arrancar hace 28 años el primer programa de Sonrisa Médica. No dudó nunca tampoco en utilizar su influencia para conseguir nuestros primeros socios y colaboradores. Es más, años más tarde, no se conformó con donar los primeros muebles de nuestras oficinas, sino que ayudó personalmente a cargarlos y transportarlos. Bernardí Seguí era así. Si existimos es en gran parte gracias a él, porque el apostó por nuestro proyecto cuando era más difícil hacerlo.

Bernardí nos ha dejado a una edad injusta, pero su recuerdo siempre formará parte de los fundamentos de Sonrisa Médica.

Muchas gracias, Bernardí, por tu generosidad y que la tierra te sea leve.

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