Esperaba a mi compañera Caragola en Son Espases, un jueves de viento matutino. Nos transformamos y, poco a poco, nos adentramos en los pasillos del hospital, pasando por Cirugía Mayor Ambulatoria y llegando al Hospital de Día, donde comenzamos una animada jornada con amigos pequeños, medianos y casi adultos que venían para sus controles.
El equipo de profesionales estaba concentrado en atender a todos, mientras que Caracola y yo nos separamos por las diferentes unidades:
Caragola se fue a la sala de extracciones y yo me quedé por todas partes, intentando entretener y abarcar a todos los que podía…
Yo, Átomo, como todos me conocen, estaba en la parte de infantil: hablando sobre fútbol con un niño. En el box de al lado, estaba con otro niño, que jugaba conmigo a tirarse pedos con la boca. En el otro box, una niña se escondía y yo intentaba atraparla, y, por último, en la recepción, un amigo pequeño me pedía una y otra vez que, con mis superpoderes, lo congelara.
Un círculo hermoso lleno de risas que comenzó a inundar todos los rincones del Hospital de Día, una mañana llena de alegría en la que salimos cargados de energía, ¡seguimos!
Átomo🤡