¡Ojos que no ven, corazón que late con fuerza!
Hay días en que al momento de “transmi” (información relevante que nos comparte el personal sanitario para saber un poquito más de los pacientes), no lo hacen de la manera ideal. Aquella mañana fue así, en medio del pasillo nos cuentan que en una habitación hay un señor que nos recibirá con mucho gusto. Preguntamos si está solo y nos confirman que sí, pues su compi está en Rh y vendrá más tarde. Así que con esta información y un bizcocho nos vamos a la habitación ciento ocho.
Vaya que nos recibe este señor con alegría, pues parece que el espectáculo es para nosotras. ¡Qué despliegue de gracia, de bromas y picardía! Así que, invadidas por este ambiente festivo, nos venimos arriba. Suma y sigue, cuando estamos en la cresta de la ola hay una interrupción.
“¿Podemos entrar?” Pregunta una voz, en el quicio de la puerta. “Por supuesto, cuantos más seamos más reiremos” Respondemos nosotras. Aquella visita inesperada era el compi de habitación que, junto a un celador, regresaban del fisio.
Así que en el estado que estábamos, continuamos con bromas y cachondeo incluyendo al nuevo jugador en la escena. En un momento pregunta: ¿Quiénes son? ¿Qué hacen? Sentimos un bajón instantáneo de la ola, nos damos cuenta que este señor es invidente. Así que nos acomodamos a la situación, nos acercamos y dejamos que nos vea con sus manos. Su cara en un momento rejuvenece 70 años, es un niño lleno de ilusión que exclama: “¡son payasas, son payasas que han venido para mí!”. A la vez pregunta: “¿Llevan colores brillantes? ¿Verdad?”
No respondemos porque sabemos que él lo sabe y nos lo acaba de recordar: Los colores brillantes se llevan en el corazón y no hacen falta ojos para verlos.
Lola Cortisola🤡