Un día, en el Hospital Universitario de Son Espadas, coincidimos con un niño durante el pasado cuentacuentos que hicimos junto con las voluntarias, para celebrar el Día del Niño Hospitalizado.

Él era el rey dentro del cuento: estaba entusiasmado, inmerso en la historia, y no quería ir a ver al médico; solo quería quedarse con nosotros.

Más tarde, lo reencontramos en el pasillo, montado en el coche de juguete de la sala de juegos. Jugamos con él a hacer carreras, ir detrás de él…y ríe, ríe y ríe…, nos esquiva y sigue corriendo. Su alegría es contagiosa.

Hablo un rato con su madre. Le digo, con una sonrisa, que espero que bien pronto puedan volver a casa. Ella me responde, medio riendo, que no lo ve nada claro. Su hijo está tan entusiasmado que piensa que está en un resorte… y ¡no quiere volver a casa!

Me quedo maravillada. A veces, la magia que se puede crear dentro de un hospital es tan profunda, tan transformadora, que por un instante, ni parece el lugar que es. Y esto, sin duda, es un pequeño gran milagro.

Valentina Ventolina

Fotografía del Voluntariado Protur Hotels